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Querido vendedor:

Cada vez que crees que lo que haces no tiene sentido, te estrellas. También cuando crees que necesitas hacer algo enorme para cambiar algo. Y también cuando olvidas que la profesión que elegiste tiene que ver con personas y con la capacidad que tienes de influir en el día de los demás. Ahí, también te estrellas.

Te estrellas cuando caes en la queja, cuando te olvidas del valor de lo que haces y del papel fundamental que tienes. Te estrellas cuando crees que tu trabajo principal es ordenar estanterías, poner alarmas y esperar que sea otro el que te recuerde que el protagonista de lo que hay a tu alrededor y de lo que en él ocurre, eres tú.

Érase una vez cómo desde lejos, observaba a una persona agacharse una y otra vez para recoger algo de la arena y arrojarlo de nuevo al mar. Así, una y otra vez. Movido por la curiosidad, se acercó para poder ver que lo que hacía aquella persona era devolver al agua las estrellas de mar que la marea había dejado atrapadas en la orilla. 

– ¿Para qué haces eso?                                                                                                                                                                            – Bueno, si dejo estas estrellas en la arena sin el agua que necesitan, morirán                                                                      –  Cierto, pero, ¿te ha dado cuenta de la cantidad de orilla que hay, y de playas con estrellas a las que les ocurre lo       mismo. No tiene sentido

La persona se agachó, recogió otra estrella de mar y la lanzó al agua.

– Para ésta, sí que tiene sentido.

Hoy muchos clientes se irán de muchas tiendas sin haber sido atendidos, otros con la sensación de tener delante a alguien que sólo les quería vender y otros con una única frase como cierre de sus expectativas: «sólo estoy mirando».

Quizás sea el momento de dejar de estrellarnos y de decidir que, aunque habrá muchos clientes así, ninguno será de los que a ti te visiten.